TESTIMONIOS
Madre Verónica
Versión corta (4 min.)
“Luis Valls no daba de lo que le sobraba, se dio a sí mismo”
Hace 40 años la madre Verónica, con solo 18 años, ingresó en el convento de clausura del Monasterio de Clarisas de Lerma, en Burgos. Con los años se dio cuenta de que ese no era su sitio, sí la vida consagrada, pero no con ese estilo. Durante años sufrió mucho hasta discernir un nuevo carisma que en 2010 recibió la aprobación del Papa Benedicto XVI. A esa comunidad la conocemos hoy como Iesu Communio, una vida contemplativa intensa y llena de amor a Jesucristo.
Cuenta la madre Verónica que la vocación es un llamado que puede sentirse doloroso y difícil. Pero como decía la Madre Teresa, “quien está llamado lo sabe”.
También la hermana Paloma, de la misma comunidad, comparte su experiencia y relata cómo se unió a un convento lleno de alegría hace ya 25 años.
La hermana Paloma cuando era una recién licenciada trabajó en una institución de la diócesis de Madrid y tuvo la oportunidad de conocer personalmente a Luis Valls.. En la primera reunión quedó impresionada por su cultura y distinción, pero sobre todo por el interés sincero que mostraba en los asuntos que ella le presentaba: “Era su manera de decirnos estoy aquí para esto, no quiero hacer otra cosa. Esto ahora mismo es lo más importante para mí”.
Por su parte la madre Verónica relata que conoció a Luis Valls a través de un benefactor que les conectó con Carlos Figuero, responsable ejecutivo de las fundaciones. Cuando conoció su historia y todo lo que querían hacer, les ofreció un préstamo a interés cero. La madre Blanca, responsable de la congregación en aquellos años, dudó mucho antes de aceptar el préstamo, pero la madre Verónica estaba convencida de que lo harían: “El que tengas que devolverlo te hace luchar, la persona se forja en el trabajo”. Además, nos cuenta la madre Verónica, Luis Valls no solo brindó apoyo financiero sino que se entregó personalmente ”él no daba lo que le sobraba, para él, era una forma de amar”.
Luis Valls siempre estaba dispuesto a ofrecer consejos, incluso cuando no podía ayudar directamente. Su compromiso con el bien de los demás se reflejaba en cada gesto y consejo.
Si la madre Verónica pudiera dirigirse ahora a Luis Valls, le abrazaría y le diría “un gracias eterno”. Su influencia ha sido profundamente significativa y su dedicación ha dejado una huella imborrable en la vida del Monasterio. Un legado que permanece en el corazón del largo centenar de monjas de Iesu Communio que disfrutan con intensidad de una vida de alegría, entrega y Evangelio.