FILÁNTROPO
Germen de las fundaciones
Luis Valls era un banquero, pero también un humanista y un filántropo. Alentó, impulsó y financió fundaciones que ayudaron a cambiar la vida de miles de personas y lo hizo intentando no tener ningún protagonismo. Las fundaciones nunca usaron su nombre ni su imagen, no le tuvieron en los patronatos y tampoco presidió ninguna.
Aun así, conociendo su forma de ser, que prefería influir antes que mandar y que lo único que le importaba en la vida era ser de ayuda, se entiende que estas fundaciones pudieran llevar a cabo con éxito tantos proyectos y que todavía algunas tengan una importante actividad a día de hoy.
De dónde surgió la idea
“La formación cristiana adquirida en la familia y en el colegio estuvo en la base de unas firmes convicciones religiosas que le llevaron a un estilo de gestión siempre pendiente de las personas y de la actividad social”, explica Ángel Ron1, con quien José Alcázar Godoy2 se muestra de acuerdo cuando dice que “su acción económica y social se comprende mejor desde su vivencia de la fe cristiana. Los ideales sobrenaturales no obvian lo concreto y el contacto con la caridad le lleva a realizar una inmensa acción social. Él comprendía que su trabajo en la banca era el de un mero administrador de unos bienes que Dios ponía en sus manos para que los gestionará adecuadamente. No era dueño del dinero, sino responsable del mismo”.
Y es que, desde que empezaron a llegar peticiones de ayuda de todo tipo a la Presidencia de Banco Popular (donde Luis Valls era desde 1957 vicepresidente ejecutivo), se tuvo que pensar de qué forma podía responderse de manera responsable y eficaz.
Generosidad ante todo
Las peticiones de ayuda que llegaban al despacho de Luis Valls y que él quería sin duda atender, no podían ser un problema para el banco. Luis Valls en un principio se preguntó por qué no hacerlo, con la debida prudencia, a cargo de los resultados del banco, pero llegó a la conclusión de que era preferible de otra manera: los consejeros renunciarían a los beneficios económicos que les correspondían como miembros del Consejo. No es que cobraran sus atenciones estatutarias y dietas y después las donaran, simplemente, no percibían nada y el banco destinaba ese dinero a dotar de fondos la acción social.
El dinero no se regala
Ahora bien, desde un principio, Luis Valls fue rotundo: el dinero es su materia prima y no lo puede regalar. Las entidades canalizadoras de la acción social (las fundaciones) tendrían que funcionar bajo unos parámetros concretos. Según recoge el Libro de Estilo del Banco Popular, la solución para poder ayudar se encuentra en lo que es propio de su oficio (prestar dinero), pero en forma adecuada a las peticiones que recibe: la llamada financiación blanda. Y con una precisión muy importante: La acción social se comienza prestando asistencia técnica antes de prestar dinero. “Son muchos los llamados beneficiarios que no conocen su propio problema, que no diagnostican bien sus males o que, fruto de su entusiasmo, corren el peligro de endeudarse sin estar en condiciones de gestionar bien su deuda”, afirmaba.
Ante la posibilidad de dar donativos, Luis Valls se mostraba abiertamente en contra, salvo alguna excepción concreta. No quería ni escuchar las peticiones. Sostenía Luis Valls que saber que te lo prestan y lo tienes que devolver (aunque sea con condiciones nada duras) daba valor al proyecto que necesitaba financiación y animaba al beneficiario a hacer un trabajo bien hecho para tener éxito y, de esa manera, poder devolverlo. Ahí reside el germen de las fundaciones que a día de hoy siguen vivas con los mismos criterios de actuación.
Lo que mejor sabe hacer un banco es dar créditos. Ahora bien, con unos límites: el primero, intentar no facilitar el 100% de la financiación, en lo posible no exceder un tercio con la idea de que otro tercio se obtuviera por otra vía y el restante proviniera de fondos propios. Segundo, solo a personas o entidades de las conocidas como “desbancarizadas”, es decir, esas que no son atendidas por los bancos. Tercero, siempre con el firme compromiso de devolver lo prestado, de manera que se pudiera seguir ayudando a más personas.
Bibliografía
(1) Prólogo del libro Historia del Banco Popular. La lucha por la independencia (Gabriel Tortella, José María Ortiz-Villajos y José Luis García Ruiz, Marcial Pons, 2011).
(2) Folleto Luis Valls. De la banca a Dios (José Alcázar Godoy).