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BANQUERO

Su gobierno por etapas

Etapas 4 y 5

El gobierno de Luis Valls al frente del Banco Popular – Cuarta etapa

En la cuarta etapa, el banco recogió los frutos de estas nuevas medidas de gestión que, aunque no llegaron de inmediato, trajeron consigo un hito: A principios de los años 90 el Popular fue reconocido como el banco más rentable, el más eficiente e, incluso, el mejor del mundo. Lo que se dice un trabajo bien hecho.

Esta felicidad se vería empañada por un accidente interno inesperado. El director de una pequeña oficina de Santander provocó un agujero de seis mil millones de pesetas de la época (era aproximadamente una sexta parte del beneficio del banco). Haciendo gala de uno de sus grandes principios, el de transparencia, sobre el que se sostenía su gobierno, Luis Valls puso luz y taquígrafos, publicó lo que había pasado, atendió las reclamaciones y soportó el agujero creado. No obstante, esta crisis interna precipitó a Valls a una nueva etapa.

El gobierno de Luis Valls al frente del Banco Popular – Quinta etapa

En la quinta etapa los procedimientos de control del banco se mejoraron, se intensificó la labor preventiva y se dio mayor valor a la movilidad geográfica, trasladando a todos los directores que llevaban más de cinco años en el mismo destino. La medida resultó muy efectiva.

Paralelamente, en 1992 España entró en recesión y el banco supo sacar ventaja de su posición de liquidez y de su apuesta por el negocio de corto plazo, sorteando la crisis. Cuando el mal momento pasó, los analistas argumentaron que el Banco Popular se había quedado demasiado pequeño, que no sería posible sobrevivir a un ataque nacional o extranjero.

Es posible que Luis Valls iniciara el proceso para su sucesión con la idea de llevarla a cabo en cinco años. De hecho, en 1998 cambió radicalmente el equipo ejecutivo, que estaba encabezado por personas de 60 años, llamó a gente de la casa y apostó por el crecimiento rentable.

Abriéndose de nuevo al crecimiento, una vez vendidas las participaciones que poseía en bancos fuera de España, Luis Valls forzó una revolución interna que quiso tutelar personalmente (él había creado y alimentado la ficción de que era un supervisor no ejecutivo, algo que le permitió tomar distancia). En el año 2000 quiso poner en práctica esa teoría y retirarse lentamente a un segundo plano, supervisó el nuevo proceso de cambio y se dedicó a defender al banco de ataques internos y externos.

En 2004 decidió retirarse de la escena y que lo sustituyera el consejero delegado, Ángel Ron, reservándose el puesto de presidente de la junta de accionistas. En la práctica, había entregado el control del banco. Su final llegó dieciséis meses después, cuando murió.

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