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HUMANISTA

Defensor de la formación

Luis Valls era banquero pero también era un filántropo. Las fundaciones que impulsó, financió y animó a financiar eran un tanto especiales porque, dentro de los fines de naturaleza social que apoyaban, había uno que sobresalía entre los demás: el apoyo a la formación.

Si no se conoce esta actividad altruista de Luis Valls es porque él en vida nunca lo dio a conocer; prefería quedar en la sombra. Son fundaciones con una cierta singularidad porque nunca han buscado ni buscan un retorno en publicidad, marketing o imagen; tampoco en el momento en que recibieron fondos del Banco Popular buscaban hacer más clientes o retenerlos. Solo perseguían un interés social: mejorar la vida de las personas.

Estudiar para mejorar la vida

En opinión de Luis Valls, el impacto social de apoyar la educación es fundamental dentro de cualquier sociedad. Por ello, desde las fundaciones fomentó que se ayudara a crecer (en ocasiones, a subsistir) a una gran diversidad de entidades culturales y a miles de estudiantes. Y es que, si alguien quería mejorar su vida, debía empezar por la formación, solía decir él. Es un hecho que, entre los beneficiarios de las fundaciones a lo largo de más de cincuenta años, hay miles de estudiantes: De de formación profesional, de escuelas de artes escénicas, de facultades eclesiásticas y, sobre todo, de enseñanza media y universitaria.

Casi siempre Luis Valls intentaba destinar la ayuda o la financiación dentro de programas ya establecidos aunque, una vez más, poniendo siempre a la persona en el centro, su deseo principal era apoyar a hombres y mujeres que querían formarse, fuera como fuera. Esa era la debilidad de Luis Valls, que insistía en que se concediera crédito con buenas condiciones a todo aquel que quisiera completar sus estudios o ampliarlos y estuviera dispuesto a esforzarse. Cuando los estudiantes necesitaban acudir a financiación de una entidad financiera (por ejemplo el Banco de Depósitos) la Fundación Patronato Universitario “compraba” sus buenas notas para que devolverlo fuera algo mucho más llevadero. Una vez más, como siempre decía Luis Valls, el dinero no se regala.

Apoyar la cultura del esfuerzo

A la hora de escoger a qué alumnos ayudar, solo había una condición: que la persona fuera seria y formal porque el crédito había que devolverlo. Los estudiantes venían presentados por el Colegio Mayor donde residían. Ningún estudiante que no demostrara solidez, solvencia y compromiso por devolver el dinero, recibía crédito. En cuanto a las entidades, las fundaciones también ayudaron a colegios, unas veces becando alumnos, otras mejorando las instalaciones o contribuyendo a programas de libros, de equipación deportiva u organización del tiempo libre, etc. Solo se escogían proyectos viables, ya que el dinero se tenía que devolver tanto si era un estudiante como si era una entidad cultural o educativa. Para ello, se elaboraba un plan de devoluciones estructurado y con plazos bien marcados.

Una sociedad mejor

Los estudiantes, pues, siempre fueron (y son) prioridad para las tres fundaciones. Patronato Universitario es la más cercana a los estudios y la cultura. Luis Valls se sentiría muy satisfecho de saber que desde las fundaciones se sigue apoyando esta faceta que para él era importante ya que, como decía a menudo, la educación tiene pocos financiadores pero es, en realidad, la base sobre la construir una sociedad mejor.

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