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HUMANISTA

La verdad, siempre

Pionero en el strip tease de los datos. Así definió en cierta ocasión la revista Dinero1 al Banco Popular, dada su obsesión por la transparencia: “El banco que capitanea Valls Taberner ha sido el primero en publicar un balance auditativo externamente y el más accesible a nivel informativo”, añadía. Pero, ¿cuál era la razón de que el banco se preocupara tanto por ese no ocultar nada, por ese decirlo todo, fuera bueno o malo?

Cuatro razones para la transparencia

La respuesta la dio el propio Luis Valls en una entrevista2 que concedió en los tiempos en que su banco abría las secciones de economía como el mejor y más rentable del mundo, en un reconocimiento al trabajo bien hecho:

“Hay cuatro razones para la transparencia, es decir, para que la gente se entere de lo que pasa. Una primera, educativa. Al personal del banco le favorece ese irse acostumbrando a que todo lo que sucede podrá ser contado. La tradición en banca es que nadie cuenta ni analiza en voz alta sus errores. Lo lógico sería que nadie en el banco ignorara qué clase de abusos se dan y cómo son sancionados, el porqué de los despidos, etcétera. La transparencia es una buena escuela de formación humana. No se puede andar por la vida de ingenuo.

Una segunda, de control. Por creer -equivocadamente- que los errores desprestigian, nadie quiere que sus fallos se pongan de manifiesto. Al banco, esta actitud le cuesta mucho dinero porque los errores se siguen cometiendo. La perseverante política de transparencia, apoyada en la rápida información que proporciona el ordenador, contribuye a mejorar los ingresos y a evitar bastantes casos de lucro cesante.

Una razón defensiva. El rumor es, en banca, un arma temible en manos adversarias. Es una profesión muy vulnerable al rumor. A estos efectos no hay mejor antídoto contra el rumor que la transparencia. Por eso, cada vez que el banco ha tenido un percance hemos dado la inmediata y suficiente explicación. Hay que ser más rápidos que el teléfono para evitar los comentarios exagerados y los clásicos malentendidos.

Y, por último, una cuarta, informativa. Todo presidente está sometido al cerco de los que tiene cerca, de los que le rodean. Kennedy se quejaba de tener que enterarse por la prensa de problemas que sus servicios y, en ocasiones, su propio Gobierno, le ocultaban. Para el accionista, y también para el consejo de administración, es importante poder seguir la marcha del banco; lo que sale bien y lo que sale mal. Para ambos es fundamental que no se produzcan sorpresas. En Banca hay que saber reaccionar a tiempo, antes que no querer equivocarse. Un problema puede dejar de serlo por el solo hecho de ser detectado en su comienzo”.

Todo tiene que poder publicarse

En su afán por demostrar que la transparencia era unos pilares y principios sobre los que se asentaba su gobierno, repetía incansablemente la frase: “No decir, ni escribir ni hacer nada que no pueda publicarse al día siguiente en un periódico”. Tanto creía en este principio que un buen día lo hizo; cumplió su promesa: El director de una pequeña oficina de Santander había provocado un agujero de seis mil millones de pesetas de la época (era aproximadamente una sexta parte del beneficio del banco) y, haciendo gala de esa transparencia, reservó una columna en el diario El Mundo, por entonces con una tirada espectacular3, y contó el caso con pelos y señales. (Ver anexo)

Bibliografía

(1) Artículo “La banca de los 80. Hablan los presidentes” que publicó la revista DINERO en su número de agosto de 1.980.

(2) Revista Futuro Empresarial, número de octubre, año 1990

(3) “La trayectoria de Pepe”, por Luis Valls. El Mundo, 20 de enero de 1992.

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