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BANQUERO

Un estilo de hacer banca

El liderazgo

Luis Valls era un líder nato cuya estrategia era intentar influir, más que mandar. Su equipo se mimetizaba con esta forma de concebir el negocio y la organización empresarial mientras él huía de los focos, como recogieron los cronistas de la época1: “Si tuviera que adornar con una leyenda uno de sus retratos sería ésta: Un personaje en la penumbra”.

La ética personal

Gran aficionado a las letras, era un escritor de nivel, con las reflexiones que plasmaba sobre el papel dejaba claro que la labor profesional se puede y se debe llevar a cabo sobre unos férreos pilares basados en la ética personal. Pese a que han transcurrido décadas, todavía hoy pueden servir como inspiración para liderar equipos. Pocas palabras con grandes mensajes, de su puño y letra2, transcritas aquí:

Virtudes personales en el trabajo

– No mientas nunca -antes calla -. La credibilidad perdida no volverá. Cumple tu palabra. Por eso piensa bien antes de darla.
– Sé amable, pero firme, muy firme -lo cortés no quita lo valiente-. Sé justo: da a cada uno lo que se merece. No seas egoísta.
– Piensa en los demás. Ejercita la empatía. Trata a los demás como te gustaría que te tratasen a ti o, mejor, como les gustaría que les tratasen.
– Sé educado, no molestes. No hieras los sentimientos de las personas. Sé tolerante con las ideas, pero no con la mala educación.
– Huye de la prepotencia. Huye de la soberbia. No discrimines. Ninguna persona merece ser maltratada. Respeta la dignidad de las personas.
– No tengas prejuicios. No seas dogmático.

Ocho claves de un buen líder

  1. Dedica mucho tiempo a la organización. Toda la vida. La organización, cuanto más plana, mejor. Lucha contra la burocracia. No actúes por mimetismo. No te dejes vencer por la presión -de todo tipo- o por las modas. Mantén tus criterios. Déjate convencer, pero nunca vencer.
  2. Nunca jamás te saltes el organigrama. De arriba hacia abajo, peor todavía. En caso de conductas incorrectas, se debe informar a los superiores. Confía en las personas. Delega -con claridad-. Si te fallan, cámbialas. No permitas la deslealtad ni la infidelidad. Da ejemplo. Las palabras se las lleva el viento.
  3. Preocúpate solo por las cosas en las que puedas influir. Influir mejor que mandar. No des órdenes directas. Busca tener autoridad, no el mando o el poder. La autoridad se tiene, el poder se recibe. No des las soluciones. Ayuda a la gente a encontrarlas. 
  4. Haz las preguntas adecuadas. Motiva (en su acepción “dar o explicar la razón o motivo que se ha tenido para hacer una cosa”).
  5. Rectifica cuando estés convencido de que te has equivocado o hay mejores opciones. Todas las veces que sean necesarias. No demuestras debilidad, sino fortaleza. Destapa tus errores y los de la organización. Es sano. Es formativo. 
  6. Ten paciencia, mucha paciencia. Trabaja la inteligencia. Escucha, escucha, escucha… Habla lo justo. Deja hablar -la calidad de las conversaciones no dependen de lo que decimos, sino de lo que hacemos decir a los otros-. No grites nunca. Ayúdate con los gestos.
  7. No te pierdas en montañas de información. Saber lo que hay que saber. Nada más. No pierdas de vista el día a día. Controla por muestreo.
  8. Y, por supuesto, ten objetivos. Como decía el gato de Chesire a Alicia cuando no sabía por qué camino seguir: “Eso depende en buena medida de a dónde quieras llegar”.

Bibliografía

(1) Libro Retratos de interior. El lado humano de veinte hombres poderosos (Pilar Ferrer y Luisa Palma. Temas de Hoy, 1994).

(2) Extracto del capítulo “Decálogo personal y profesional. Definiciones de la Real Academia Española” del libro Documentos>Versión 2 Luis Valls-Taberner (Luis Pérez Salas, Fundación para Atenciones Sociales, 2007).

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