“La ayuda económica que recibí fue muy importante en mi vida, intento que se multiplique ayudando a los demás”
Facundo Garayoa, nacido en Córdoba, Argentina, es un ejemplo de cómo la educación y el compromiso social pueden transformar vidas. A sus 50 años, Facundo comparte una trayectoria que va más allá de su formación en Ingeniería Mecánica. Comenzó sus estudios en Buenos Aires y los finalizó en Córdoba, sumando luego un máster en Administración de Empresas y un Bachelor en Filosofía y Teología en Roma. Sin embargo, su vocación tomó un giro radical en 2008, cuando gracias a Fomento de Fundaciones, pudo dedicarse por completo a una ONG que había fundado unos años antes y que hoy es su proyecto de vida.
Impulsado por el modelo creado para dar oportunidades a través de becas y apoyo que él mismo recibió para continuar sus estudios, Facundo creó FONBEC, una organización que brinda ayuda económica a jóvenes de bajos recursos en Argentina y Bolivia. Hoy, tras 25 años de esfuerzo, su ONG cuenta con 17 filiales en Argentina y dos en Bolivia, y ha becado a más de 5.000 estudiantes, apoyando actualmente a 2.200 jóvenes en riesgo de abandonar sus estudios por motivos económicos.
La misión de la organización es clara: ofrecer oportunidades educativas a quienes más lo necesitan, independientemente de su origen, ideología o religión. El perfil de los becarios es el de estudiantes con buen rendimiento académico, pero con dificultades económicas.
La ONG cuenta con una red de 300 voluntarios o mediadores en todo el país, personas comprometidas que conocen de cerca la realidad de estos estudiantes y facilitan el proceso de selección, acompañamiento y comunicación.
Facundo describe cómo, gracias a la organización, muchos de estos estudiantes han podido superar condiciones muy difíciles, como vivir sin agua corriente o calefacción. Cada beca es una oportunidad para cambiar vidas.
Para Facundo, esta labor es su forma de devolver el apoyo que recibió, intentando que ese impacto se multiplique. Su satisfacción es ver cómo exbecarios, inspirados por su experiencia, ahora trabajan en la ONG, contribuyendo con su conocimiento y empatía. El apoyo a la formación tiene un efecto multiplicador que transforma a personas y comunidades.