“Luis Valls fue mi maestro”. Así de contundente se muestra Miguel Ángel Luna sobre la figura del banquero barcelonés.

Comenzó su carrera en el banco Popular en el año 87 en la Caja de Promoción y Crédito cuyo fin era “ningún buen estudiante se queda sin estudios por falta de medios” y asegura “ su crédito eran las notas”, sin ellas, no se les renovaba. También se le explicaba que era un crédito, no un regalo, con lo que tenían que devolverlo en cómodos plazos para, así, “volver a ayudar a otros”. Relata con gracia que “aún me cruzo con gente por la calle que me dice, gracias, Miguel Ángel, porque gracias a ti, puede hacer master”. Puntualiza que, evidentemente, el agradecimiento era para Luis Valls, él era solo la cara visible.

Tras su paso por la Caja de Promoción y Crédito tuvo otras grandes responsabilidades en el banco Popular como ser CEO de Popular banca privada y director general del Banco de Depósitos.

Miguel Ángel Luna subraya que la personalidad de Valls era de una gran mesura a pesar de que, en muchas ocasiones, había situaciones tensas en el entorno del banco, como el cierre del diario Madrid o el conflicto con Ruiz-Mateos.

Respecto al negocio del banco, Luna asegura que la clave según su experiencia fue cómo cuidó y entendió al empleado, al “cliente interno”, la esencia del banco Popular.

La transparencia era otra característica esencial en su conducta. Siempre insistió a sus equipos, y Luna es testigo, que jamás deberían hacer nada que no pudiera saberse o publicarse, no tanto por la posible repercusión que pudiera llegar a tener, sino porque las cosas había que hacerlas bien.

“Su vida era servicio”, así resume Luna quién era Valls, ese “dar sin esperar” lo era todo para él. Asegura que no había dobleces, que Luis Valls “era así”.